
Y si te dijera que tu barba habla más de ti que tu currículum?
Vivimos en una época absurda, donde la gente pasa más tiempo peinando su barba que leyendo un libro. Pero no me malinterpretes, soy el primero que entiende el poder de una barba bien llevada. No porque sea un accesorio de moda (que también), sino porque una barba bien cuidada es como un coche de lujo: si no sabes llevarlo, sólo pareces un tipo con demasiado dinero y poco gusto.
Las barbas están de moda, sí, pero no todas las barbas. Y te diré más, no todos los hombres saben cómo llevarlas. Hay tíos que se dejan crecer cuatro pelos mal puestos y creen que se han convertido en Jason Momoa. Spoiler: no. A veces la barba sólo subraya lo feo, como el marco dorado en una mala pintura.
Vivimos en una época donde las barbas se han convertido en un escaparate emocional. Sí, emocional. Porque una barba no es sólo pelo, es un grito silencioso que dice: “Aquí estoy, mírame, escúchame, quiéreme… o al menos dame un like”.
Y antes de que lo pienses: no, no me estoy burlando de ti. Me estoy burlando de todos nosotros, porque yo también he caído. He pasado por todas las fases: la barba de superviviente de apocalipsis, la de “hipster que lee Bukowski pero no paga el alquiler”, y la de seductor elegante que vende deportivos y se perfila la barba cada mañana mientras piensa en su exmujer. La vida es así de irónica.
¿Qué dice tu barba de ti?
La barba es el maquillaje masculino, pero con más testosterona y menos contouring. Y aquí entra la clave: no todas las barbas le quedan bien a todos los rostros. Esto no es un buffet libre donde puedes ponerte de todo.
Mira, te lo digo desde la experiencia. Cuando tenía 25, intenté dejarme barba por primera vez. Pensaba que me haría parecer más interesante, más maduro, más todo. Lo que conseguí fue parecer el primo perdido de Robinson Crusoe.
¿Quieres un consejo que ningún gurú de la barbería te dará?
Mírate al espejo y pregúntate: “¿Esta barba me hace parecer un líder o un tipo que duerme en el sofá de su amigo?”. Si la respuesta es la segunda, recórtala. O mejor aún, rápala y empieza de cero.
La forma de tu cara lo dicta todo:
Rostro ovalado: Felicidades. Puedes jugar con casi cualquier estilo y seguirás pareciendo un galán.
Cara cuadrada: Barba circular o perilla. Algo que suavice esas líneas de mandíbula que podrían cortar un diamante.
Rostro redondo: Una barba tipo Van Dyke o una barba corta y cuadrada. Añade definición, como cuando un vendedor de coches de lujo te cuenta una historia para que el coche parezca más exclusivo.
Cara alargada: Nada de barbas puntiagudas, amigo. Te harán parecer un lápiz humano.

La Psicología de la Barba: Lo que tu psicólogo no te dirá
¿Y si la barba fuera un refugio?
No te hablo de calor ni de estética, sino de refugio emocional. Muchos hombres, sin saberlo, dejan crecer la barba para ocultarse. Para parecer mayores, más rudos, más interesantes… para que la mirada no llegue a la herida.
Yo lo descubrí en un tren en Suiza, camino a Zermatt, cuando una ejecutiva leyendo El Principito me dijo: “Tu barba te queda bien, pero parece que escondes algo detrás”. ¿Y sabes qué? Tenía razón. En aquel momento escondía una crisis personal, un corazón roto y una hija a la que no podía darle la vida que merecía.
Consejo no autorizado:
Si te estás dejando barba para parecer alguien que no eres, vas por mal camino. Arregla primero lo que hay debajo. La barba no tapa las inseguridades, sólo las hace más obvias.
Tipología de Barbudos: Un análisis políticamente incorrecto
Ahora que hemos hablado de estética y psicología, déjame contarte algo que aprendí vendiendo coches de 200.000 euros y ligando con DJs, azafatas y actrices: la barba también encasilla. Te mete en un estereotipo y la gente te juzga por ello.
Aquí tienes un pequeño catálogo no oficial:
- El Van Dyke mal llevado: Normalmente lo luce un tipo que cree que puede citar a Nietzsche, pero no sabe ni deletrearlo.
- La barba XXL desordenada: Candidato perfecto para abrir un canal de YouTube de “Viviendo fuera del sistema”, pero vive en casa de sus padres.
- La barba perfilada al milímetro: Probablemente lleva tres suplementos de gimnasio encima y un ego del tamaño del Himalaya.
- El que lleva perilla sin bigote: Ese tío todavía vive en los 90 y cree que Matrix fue un documental.
Consejo no autorizado:
Escoge tu barba como escoges tus amigos: no por lo que aparentan, sino por lo que suman a tu vida.
Conclusión
Así que ya lo sabes. Una barba no te hará mejor, pero puede ser la excusa perfecta para empezar a serlo. Si decides dejarte barba, hazlo con intención, con elegancia y, sobre todo, con la conciencia de que lo importante no es lo que crece en tu cara, sino lo que hay detrás de ella.
Y si algún día te cruzas conmigo en un bar de Barcelona o en un tren suizo, fíjate bien en mi barba: probablemente estará mejor cuidada que mi vida, pero eso, querido lector, es otra historia.
Que tengáis un buen día.